14.2.06

Factores de riesgo y protección

Los programas para prevenir adicciones se basan generalmente en el modelo de riesgo y protección. Ese enfoque ha resultado práctico para orientar la intervención hacia factores específicos. Además, se ha mostrado efectivo en la reducción de la incidencia del abuso de drogas. El sostén empírico del modelo lo proporcionan los estudios epidemiológicos. El caso es que tener información sobre la prevalencia del consumo de drogas en diversos segmentos de población no sólo sirve para conocer las necesidades de tratamiento, sino que orienta las decisiones de carácter estratégico.

En concreto, gracias a la investigación epidemiológica, disponemos de un inventario de los antecedentes más significativos de las toxicomanías. Por ejemplo, entre los más utilizados para justificar la intervención se encuentran los que resumimos a continuación:

Factores de riesgo

  • Percepción de que los padres o los compañeros consumen habitualmente drogas.
  • Percepción de que la familia o los compañeros aprueban el consumo.
  • Percepción de que las normas sociales (en general) no sancionan (o favorecen) el consumo.
  • Disponibilidad de acceso a las drogas.
  • Comportamientos antisociales o agresivos en la infancia.
  • Comportamientos delictivos.
  • Bajas expectativas académicas y sociales: fracaso escolar, absentismo, etcétera.
  • Expectativas positivas de consumo.

Factores protectores

  • Coacciones y normas sociales contrarias al consumo.
  • Habilidades sociales para resistir la presión de los iguales para consumir.
  • Redes sociales y apoyo social.

En la práctica, los factores de riesgo sirven para designar la población diana. Y los factores protectores proporcionan un fundamento para el tipo de actividades (preventivas) que llevar a cabo. Ambas son decisiones clave para concretar la estrategia de actuación: de hecho, con sólo estos dos pasos podemos tener una idea bastante aproximada de en qué va a consistir el programa.¿Cómo se hacen operativos estos dos pasos?

1. En primer lugar, se determina un grupo de alto riesgo al que administrar el programa (una vez que hemos verificado que está expuesto a varios de los factores antecedentes del abuso de drogas). Pensemos por ejemplo en un grupo de adolescentes que tienen problemas de comunicación con sus padres, que faltan ocasionalmente a la escuela, que cuentan con algún adulto consumidor en su familia y que viven en un barrio donde es frecuente que se les ofrezca cocaína o heroína. Cuando coinciden múltiples factores de riesgo –como los que acabamos de mencionar- se produce una potenciación mutua entre los mismos, y por eso hay que dar prioridad a los individuos que los padecen.

2. En segundo lugar, se actúa sobre el grupo elegido (en algunos casos para impedir el inicio del consumo, y en otros para evitar que el consumo se convierta en abusivo). Por ejemplo -basándonos en el conocimiento sobre los factores de protección-, podríamos trabajar con los adolescentes en pequeños grupos, cuestionando sus valores sobre el uso de drogas. Otra manera de intervenir en las normas sociales consistiría en organizar actividades extra-escolares que proporcionen un contexto de socialización alternativo.

Lo que muestra este sencillo ejemplo es que los factores de riesgo y protección son muy prácticos en el diseño de programas preventivos. Aunque no proporcionen una explicación muy elaborada del inicio y mantenimiento del consumo, contribuyen a mejorar la pertinencia y la suficiencia del programa. No obstante, estos factores también se han incorporado en modelos teóricos más amplios. En su conjunto, la evidencia epidemiológica parece remitir a las toxicomanías como un proceso de influencia social, en el que tienen un papel destacado (a) las normas del contexto, (b) los intentos de influencia de los compañeros, y (c) las habilidades del individuo para funcionar con autonomía. Quizá por eso se han utilizado modelos que –de un modo o de otro- sugieren vías para interferir en el proceso de influencia, y que integran algunas de las variables de riesgo y protección más significativas.

Para citar este texto se ruega utilizar la siguiente referencia:

Maya Jariego, I. & Holgado, D. (2004). Implementación y potenciación comunitaria en la prevención de drogodependencias en el contexto educativo de Écija. Laboratorio de Redes Personales y Comunidades, Universidad de Sevilla. Estudio patrocinado por la Delegación Provincial de Asuntos Sociales de Sevilla de la Junta de Andalucía.

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